lunes, 18 de mayo de 2009

La pensión Eva

"Fue poco antes de cumplir doce años cuando Nenè comprendió finalmente lo que ocurría en la pensión Eva entre los hombres que la frecuentaban y las mujres que allí vivían".

Así empieza La pensión Eva de Andrea Camilleri, y la pensión Eva es, desde luego, un prostíbulo. Nenè será el personaje a través del cual el lector irá conociendo un montón de historias vinculadas a la pensión, que son muchas y muy variadas. Algunas increíbles, y también emocionantes.

La pensión está ubicada en un pueblo chico - también puerto - en Italia, durante los años de la Segunda Guerra Mundial. La vida de los habitantes del pueblo se entremezcla con las chicas de la pensión, a quienes Nenè conoce gracias a que un amigo suyo es hijo de uno de los "gerentes" del local. Esto permite al grupo de tres amigos algunos privilegios, como entrar al lugar a pesar de no tener todavía la edad legal admitida. Habrá sexo, claro, y vivencias vinculadas a la sexualidad, pero no será lo único, porque Nenè y sus amigos cenarán cada semana con las chicas, en el día que la pensión cierra al público, antes de consumar las relaciones sexuales que fueron a buscar. Pero el cariño no tarda en aparecer entre estas chicas que allí trabajan durante la semana y estos chicos que les llevan comida especialmente comprada para compartir con ellas, como pescado fresco, quesos y vinos, o lujos de ese tipo.

En este ambiente, que ya trasciende al fin exclusivamente sexual que lo generó, las conversaciones serán otra fuente más de experiencia de vida, distinta a la que los personajes habían ido a buscar inicialmente.

Algunos clientes que se enamoran de una chica de la pensión, alguna chica de la pensión que se enamora de algún cliente. Cuando los bombardeos de las tropas aliadas se hacen cada vez más frecuentes, las situaciones se vuelven más increíbles. Una de las chicas, muy creyente ella, se convence que el piloto británico que cae desnudo en paracaídas a la azotea de la pensión porque tuvo que desprenderse del úniforme para poder saltar, es un ángel. Como tal lo cuida y lo alimenta escondido en un rincón del edificio, porque además descubre en él virtudes que nunca imaginó que un ángel la haría vivir. Alguna esposa, al enterarse que su marido visitaba en realidad la pensión y no iba a jugar a las cartas cada semana con los amigos, se vuelve mucho más peligrosa, al menos para ese marido, que cualquier bombardeo de tropas enemigas.
Parece que el miedo a la muerte cercana también genera mayor deseo sexual porque el sexo hace sentirse vivas a las personas. Junto con las bombas, las visitas a la pensión aumentan.

Mientras tanto, Nenè crecerá hacia la adultez quizá en forma algo prematura, dado el riesgo constante en que su pueblo natal se encuentra. Pero también, la Pensión Eva lo habrá ayudado en gran parte a llegar a esa etapa de vida.

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